La idea de
una cabeza parlante en el siglo XIX
automáticamente nos hace pensar en cosas como historias de terror o
circos, pero lo que tenemos aquí hoy tal vez sea uno de los primeros
ejemplos de
conversión de texto a voz en forma mecanizada. Identificada como
Euphonia, esta máquina utilizaba una tecnología similar a la de los pianos para
imitar la voz humana, y con un operador lo suficientemente habilidoso podía cambiar su acento, o cantar piezas al estilo de
«God Save the Queen».
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La tenebrosa cabeza robótica de 1846 que transformaba texto en voz
Los primeros datos sobre la máquina
Euphonia nos
llevan al mes de diciembre de 1845, fecha aproximada de su debut en el
Musical Fund Hall. Allí capturó el interés de diferentes figuras, entre
las que se destaca
Joseph Henry, creador del
relé eléctrico que luego serviría como base para la tecnología detrás del telégrafo. En aquellos años, Henry también era una especie de
«cazador de fraudes», pero al ver a
Euphonia funcionando en una demostración privada la calificó de
«invención maravillosa», y vio un enorme potencial en ella, comenzando por la posibilidad de
dos Euphonias conectadas en forma remota, como una especie de
super-telégrafo.
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La «sensación científica de la era». La opinión del público en general fue un poco diferente…
Euphonia demandó de su inventor
Joseph Faber 25 años de investigación, y su diseño final estaba basado en un total de 16 o 18 teclas
(los registros varían)
que controlaban los movimientos de la quijada, la lengua y los labios,
mientras que el equivalente a los pulmones y la laringe eran un fuelle y
un caño hecho de marfil. El «acento» de Euphonia podía ser alterado con
el giro de un tornillo o la inserción de un pequeño tubo en su «nariz»,
un aspecto fundamental para que la máquina pudiera expresarse en otros
idiomas. Aún así, esta maravilla de la ingeniería no tuvo el impacto que
Faber esperaba, y sólo las palabras de aliento de Henry y otros
personajes como
P. T. Barnum lo llevaron a Londres para
exhibir su creación en la Sala Egipcia del Museo Británico. A pesar de
interactuar con el público y hacer cosas como cantar
«God Save the Queen», su recepción fue muy pobre. Las razones principales que se barajan son dos: Faber no era un gran
«vendedor» de su obra ni se preocupaba mucho por su apariencia, y la propia Euphonia habría sido una de las primeras víctimas del
Valle Inquietante.
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Sólo
quedan fotos muy deterioradas e ilustraciones de Euphonia, casi
desaparecida en el tiempo como su creador, pero eso no impidió que
sirviera como inspiración para otras mentes
Por supuesto, cualquier referencia adicional sobre la capacidad verbal de
Euphonia no puede ir más allá de lo anecdótico por el simple hecho de que
no existen grabaciones de su voz, pero la documentación disponible y los nombres involucrados parecen ser lo suficientemente sólidos como para decir que
no era una farsa. Faber murió en algún punto de la década de 1860
(aparentemente se suicidó), pero su trabajo sí tuvo secuelas, entre ellas dejar impresionado a un tal
Melville Bell… el padre de
Alexander Graham Bell…
Fuente:
http://www.neoteo.com/la-tenebrosa-cabeza-robotica-de-1846-que-transformaba-texto-en-voz
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