Una buena cantidad de mis historias están relacionadas con ese lugar especial de «meditación» al que todos debemos visitar tarde o temprano. Mi «delicadez estomacal» se ha extendido durante años, obligándome a visitar extraños e improvisados lugares con tal de encontrar un inodoro, aunque el llamado «número uno» también tiene su cuota de traiciones. Vamos: ¿Quién no se despertó alguna vez y salió corriendo como un guepardo para vaciar ese equivalente al Mar Ibérico que sentimos en la vejiga? Cuando hay que ir… hay que ir, pero en ocasiones debemos posponer la visita, varias veces. Una reunión, una película en el cine, una fiesta con tres o cuatro cervezas en nuestro sistema, un local de comida rápida después de terminar una de sus gaseosas supergigantes… la lista sigue. Obviamente, esa resistencia puede llegar a tener consecuencias. ¿Qué tan bien las conocemos?
Infecciones, problemas de retención, y hasta una ruptura de la vejiga figuran en la lista de posibles problemas
En un caso normal, sentiremos la «corriente caliente» bajando por nuestras piernas. Si la vejiga se encuentra deteriorada por algún razón, aguantar demasiado podría llevar a una ruptura, lo que implica un drenaje con un catéter para retirar la orina del abdomen. Aún así, el riesgo principal de una contención prolongada se manifiesta a través de una infección en el tracto urinario, que deriva en la sensación constante de orinar aún cuando la vejiga está vacía, una mayor frecuencia en las visitas al baño, y por supuesto, el hecho de sentir que orinamos lava. Otra complicación es la retención urinaria, la cual sucede cuando el músculo detrusor no puede vaciar la vejiga por completo. En resumen: Resistir con moderación. Cuando llega la alerta, tu cuerpo no se equivoca, y como siempre, si sientes que algo no está bien, consulta a un especialista.
Fuente:
http://www.neoteo.com/tan-peligroso-resistir-las-ganas-orinar
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